Diseñados sobre la misma plataforma
El 33 Stradale y el Carabo no podrían ser más distintos. Uno es puro nervio y fuerza, el otro un conjunto de líneas rectas y ángulos. La base técnica compartida de esos dos coches es la síntesis de 50 años de experiencia de competición en Alfa Romeo. Planificación ingeniosa y rigurosa, experiencia y valentía en la selección de materiales, un estilo que aúna la innovación y la creatividad tecnológicas.
El deseo de competir
En 1964, Giuseppe Luraghi pensó que era hora del regreso oficial a las pistas, marcando el inicio del Proyecto 33. Luraghi pidió a su equipo un coche que pudiera competir con “las clases del momento” para alcanzar el éxito con el público y la atención de la prensa. Dos años después, el primer 33 que participó en carreras empezó de inmediato a conseguir victorias en los circuitos más prestigiosos, incluidos los de los Campeonatos Mundiales de Marcas de 1975 y 1977.
33 Stradale, de las pistas a la carretera
Cuando Alfa Romeo decidió producir el 33 en cantidad muy pequeña para individuos privados, necesitaba un nuevo aspecto para llevar su carácter deportivo a las carreteras. Scaglione puso toda su habilidad técnica y su valentía creativa a trabajar en el diseño del 33 Stradale y obtuvo una obra maestra en la que la innovación de estilo se fusiona con la búsqueda de aerodinámica y funcionalidad. El coche se presentó en el Gran Premio de Italia de 1967 en Monza. Fue el deportivo más costoso del mercado de la época y solo se produjeron 12 modelos con la carrocería Scaglione.
Carabo, el coche-nave espacial
La búsqueda de estilo también ha llevado a Alfa Romeo a recorrer otras direcciones. En el Salón del Motor de París 1968 se presentó un “coche de ensueño” que representaba la evolución de una idea radical: el Carabo diseñado por Marcello Gandini.
El coche se basaba en la misma mecánica del 33 Stradale. La altura era la misma, pero las líneas redondeadas habían desaparecido por completo. Todo en el Carabo está bien definido, desde el diseño en cuña hasta sus puertas en “tijera”. El nombre de Carabo estaba inspirado en el Carabus auratus, un escarabajo de colores metálicos brillantes. Se usan los mismos tonos en la carrocería del coche: verde luminiscente con detalles naranja. A partir de entonces, Alfa Romeo empezó a prestar una atención especial a los colores llamativos y a las técnicas de pintura especiales, para resaltar aún más la exclusividad de la marca.